Grifols y el fantasma de Gowex

Hace diez años, en julio de 2014, el mercado bursátil despertó con la noticia de que una misteriosa firma de análisis financiero denominada Gotham City Research, de la que casi nada se sabía en aquel momento, acusaba a la española Gowex de haber falseado sistemáticamente sus cuentas para ocultar su verdadera situación de pérdidas y sobreendeudamiento catastrófico. La información contenida en el informe fue acogida con lógico escepticismo en aquel primer momento dada la completa opacidad de la fuente. Al fin y al cabo, Gowex, empresa dedicada a la creación y gestión de redes wifi de acceso gratuito, era en aquel momento el verdadero estandarte del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) regulado por Bolsas y Mercados Españoles (BME), en el que debutó en 2010 y había conseguido que en tan solo 4 años el precio de sus acciones se revalorizara un espectacular 470% hasta alcanzar un valor bursátil de 1400 millones de euros. Además, contaba con auditorías favorables y actuaba con el asesoramiento y la supervisión de un gigante del sector como es Ernst &Young. Y frente a todo ello, un informe casi anónimo. Pero el escepticismo duró poco y rápidamente dio paso a la incredulidad: cuatro días después de publicarse el informe, la empresa por boca de su fundador y presidente Jenaro García confirmaba la veracidad y exactitud de las acusaciones vertidas por Gotham City Research y admitía que más del 90% de los ingresos declarados por su empresa eran completamente inexistentes.

Diez años después, Grifols

Como si de un déjà vu se tratase, transcurridos casi diez años desde aquel momento, el nombre de Gotham City Research vuelve a aparecer como consecuencia de la publicación de un nuevo informe que, en esta ocasión, apunta con fiereza a un objetivo mucho más grande: la catalana Grifols, una de las mayores cotizadas del Estado español y auténtico gigante del sector farmacéutico.

En su demoledor informe, Gotham acusa a Grifols de manipular sus estados financieros para ocultar el verdadero endeudamiento de la compañía e incrementar artificialmente el resultado operativo de la compañía. Unas prácticas fraudulentas que, según la firma de análisis, provocan que las acciones de Grifols “no sean invertibles” y “probablemente valgan cero”. Y como era de esperar, la reacción en el parquet no se ha hecho esperar. A las pocas horas de darse a conocer el contenido del informe, las acciones de Grifols, cuyo valor bursátil en el momento de abrirse la cotización era de 8600 millones de euros, ya se dejaban en el camino más de un 40% de su valor. Una muestra evidente de que cierta credibilidad se está dando a la información vertida por Gotham, incluso teniendo en cuenta que, tal y como la firma admite, su posición como fondo bajista implica que tenga evidente interés en provocar una caída del precio de las acciones de la compañía y aconseje tomar con cautela sus manifestaciones.

¿Accionistas indefensos?

Evidentemente, la situación debe estar generando una inmensa inquietud entre los numerosos accionistas de la compañía. En estos momentos, el valor de su inversión ha disminuido drásticamente y en los próximos días, de confirmarse la veracidad de la información contenida en el informe, las pérdidas pueden llegar a ser mucho más importantes.

Las acciones bursátiles, como todo el mundo sabe, están sujetas a las fluctuaciones y los avatares del mercado. En términos legales, ni tan siquiera tienen la condición de producto financiero complejo. Normal, porque no lo son. El precio se rige por la ley de la oferta y la demanda y todo inversor es consciente cuando compra acciones de una determinada compañía que se trata de un producto sin garantía, cuyo valor puede aumentar pero también disminuir, especialmente ante situaciones adversas o coyunturas desfavorables. Sin embargo, la sumisión al mercado y su evolución no implica en absoluto que la posición del pequeño inversor sea de total indefensión.

Cuando decidimos adquirir acciones de una empresa, lo hacemos en base a unas determinadas expectativas respecto a la situación presente y futura de la compañía en la que invertimos. Nuestra voluntad de compra se conforma a partir de la información a la que tenemos acceso, incluyendo resultados económicos, anuncios de beneficios, previsión de inversiones, etc. Y en esa voluntad de compra también incide, indudablemente, la confianza que depositamos en los órganos reguladores del mercado bursátil, que tienen obligación de verificar y supervisar las informaciones aportadas por las compañías cotizadas, y en las poderosísimas empresas encargadas de auditar sus cuentas.

De acabar demostrándose que Grifols manipuló o alteró sus estados financieros con la intención de ocultar su verdadera situación y proyectar una imagen alejada de la realidad, los accionistas afectados debieran poder ejercer el derecho legalmente reconocido a exigir una compensación por sus pérdidas. En ningún caso podría decirse que simplemente se ven afectados por la materialización de un riesgo conocido que libre y voluntariamente asumieron, tal y como es la posibilidad de variación en el valor de su inversión. Si la información económica no era el fiel reflejo de la realidad de Grifols, los accionistas habrán sido víctimas de un engaño, una auténtica estafa. Y, por supuesto, eso implicaría responsabilidad por parte de la propia empresa y también, la denominada “culpa in vigilando” por falta de diligencia tanto de la empresa auditora como de los órganos de supervisión.

Debemos esperar a ver cómo evoluciona la situación en los próximos días y comprobar si las gravísimas acusaciones vertidas por Gotham City Research son ciertas o se trata de una simple maniobra para desestabilizar a Grifols y forzar la disminución del precio de sus acciones. Pero mientras tanto, los accionistas de Grifols harían bien en considerar sus opciones futuras ante la posibilidad de ver drásticamente reducido el valor de sus inversiones

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